La guitarra llegó perfectamente empaquetada y protegida en el plazo estipulado; estaba bien ajustada y apenas necesitó ser afinada.
El mástil es una delicia de comodidad es más amigable que el de una Ibanez (tengo una japonesa de los 90 que pensaba que era lo más en comodidad) y la mano se mueve con suavidad y soltura.
El Floyd responde a la perfección; la palanca se ajusta con una rosca lo que permite mantenerla en la posición deseada y desplazarla cuando es necesario.
Las Seymour suenan que es una gloria: el humbucker puede ir desde unos limpios claros hasta la distorsión más metalera; la pastilla del mástil da unos limpios con un cromatismo de guitarra acústica...me tiene enamorado.
La guitarra tiene una gran versatilidad sonora; no conocía la madera del sasafrás pero yo diría que da una tonalidad a la guitarra más dulce y menos chillona que los materiales de las estrato tradicionales.
Yo añadiría algún killswitch que permitiera utilizar el humbucker en single y la pastilla central sola, ya que ésta última sólo funciona en combinación con la del mástil en la posición 2 y con la del cuello en la 4, aún así la gama sonora es tan amplia que va desde la distorsión más extrema a los tonos cálidos del jazz.
El mando del tono tiene una posición al final que hace que dicho control se anule y pase al ampli la señal de las pastillas sin filtrar...bestial para hacer el macarra.
El control de volumen es de una suavidad extrema y se puede jugar a sacar sonidos de violín moviéndolo con el meñique.
El selector quizás esté en una posición ligeramente incómoda y necesita un pequeño aprendizaje para no accionar el volumen al ir a buscarlo.
Estéticamente es preciosa y cómoda.
Me hubiera gustado que el jack estuviese en la parte trasera del cuerpo como en otras Charvel, me gusta tocar sentado y esa hubiese sido una ubicación más práctica.
En definitiva, un guitarrón para tocar cualquier género, con una calidad constructiva impecable y una estética por la que no pasará el tiempo: creo que está muy por encima de las stratos de Fender mexicanas que salen de la misma fábrica, me pregunto si tienen algún departamento en la factoría en la que los operadores dan un trato especial a las Charvel, porque parece que la han fabricado con mimo.
Un instrumento que se adapta al músico como un guante y que incita a pasar el día con ella sin cansarse saboreando cada una de sus voces y de una docilidad amigable que hace experimentar constantemente en su paleta sonora.