La sensación de tocar con una sordina es, dependiendo del modelo, marcadamente distinta que sin ella. La resistencia al soplo es claramente superior, se precisa aquí algo más de esfuerzo. Dicho de otra forma: Con una sordina también se puede practicar con la fuerza de un volumen alto, pero sin molestar a los vecinos. La práctica con sordina tiene también una ventaja sobre hacerlo sin ella. Porque también un corredor de los 100 metros entrena su potencia con ayuda de pesos. Prueba a tocar media hora con una sordina, y después sin ella. Te sorprenderás entonces de la sensación de libertad.
Muy importante: La mayoría de las sordinas merman la entonación del instrumento, los tonos son a menudo muy altos. Esto hay que corregirlo necesariamente con la bomba de afinación y la tensión de los labios.
Hay que decir que el colocar y retirar las sordinas en medio de un concierto a veces debe ser algo tan rápido como cuidadoso, sobre todo puede ser bochornoso si estropeamos un pasaje tranquilo con el sonido de nuestra sordina al caer. El músico experimentado prestará siempre atención a humedecer el corcho ligeramente con la lengua, de esta manera la sordina se asienta con más seguridad y se sujeta mejor. Los soportes de sordina especiales que se fijan en los atriles proporcionan orden en el puesto de trabajo del músico, y son completamente recomendables cuando se exige el empleo de sordinas de manera intensa.