Llevaba tiempo queriendo poder sacar líneas de bajo con sonido semiacústico y de contrabajo, y por falta de espacio me decanté por un ukelele-bajo. Después de analizar las opciones disponibles en mi rango de precio, me decanté por este.
Acabados:
Lo primero que noté al sacar el instrumento de la caja fue la calidad de su construcción, la cual es muy superior a la que esperaba, dado su precio. El ukelele se nota sólido y bien fabricado. El acabado de la madera (caoba) es precioso, y juega muy bien con la luz. Además, incluye una roseta con un estilo similar a madre perla, que considero muy buen detalle.
El brazo es muy cómodo, y los afinadores se notan sólidos, siendo incluso mejores que los que he podido probar en algunos bajos eléctricos.
El ecualizador que trae cumple su función a la perfección, y el afinador es muy preciso y fácil de usar.
Sonido:
Su sonoridad en acústico es más bien tirando a baja, pero sirve perfectamente para practicar uno solo en una habitación sin ruido.
Al conectarlo a un ampli hay que ir jugando poco a poco con la ecualización hasta dar con el sonido que se busca, cosa que al principio puede ser un poco engorrosa.
Esta tarea se ve facilitada por el ecualizador que trae el propio bajo, que permite conseguir una gama más amplia de tonos. Sin embargo, considero que el controlador de agudos (treble) es muy delicado, y en cuanto se sube, el sonido que se consigue no es de mi agrado. El controlador de bajos en cambio es más útil, permitiendo añadir más cuerpo al tono.
El sonido de las cuerdas agudas es mucho mejor que el de las más graves, las cuales a veces sufren de falta de definición.
También he notado que a partir del traste 12 las notas que se sacan de las cuerdas están un poco desafinadas.
En general, recomiendo este instrumento para todo aquel que busque un sonido diferente sin gastar mucho dinero.